LITURGIA SEMANAL 1ª semana de adviento

1ª semana de adviento

Lunes 30 de noviembre      San Andrés Apóstol     (F)
Mateo 4,18-22 Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron

Hoy,   día en que celebramos la fiesta de San Andrés, Apóstol, hermano de Pedro y pescador como él, el texto del Evangelio nos habla de la vocación de los primeros discípulos. Jesús se acerca a ellos en su lugar de trabajo y allí les propone algo nuevo. Son hombres que conocen el lago, saben de redes y del mejor horario para pescar. Y ahora Jesús les invita a dejar el oficio conocido y aventurarse a un futuro incierto: ser pescadores de hombres, o sea buscar seguidores.
Seguramente los apóstoles deben haber tenido muchas dudas. No es fácil lanzarse al vacío sin red de seguridad. ¿De qué iban a vivir si no seguían pescando? ¿Qué pasaría con sus familias? El cambio propuesto es radical: no se puede seguir a Jesús y seguir mirando hacia atrás. El relato continúa diciendo que, a pesar de sus temores, los discípulos lo dejan todo y siguen al maestro.

                     Diciembre                    INTENCIÓN DE ORACIÓN DEL PAPA
Para que nuestra relación personal con Jesucristo, se alimente
de la palabra de Dios y de una vida de oración.

Martes 1º de diciembre
Lucas 10,21-24  “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños”.

El texto de hoy revela el fondo del corazón de Jesús; nos presenta al Señor en un “arrebato” de felicidad por el éxito de la misión de los 72, que al volver, comparten con Él su experiencia misionera. La razón de la alegría de Jesús es la alegría de los amigos y agradece a Dios por la forma cómo el Plan de Dios obra entre la gente sencilla, que descubre que es capaz de transformar las cosas. La de Jesús no es una alegría superficial, viene del Espíritu Santo. Los llamados ‘sabios’ ya no monopolizan el conocimiento de Dios, y ahora los simples pueden acceder a Él de un modo más libre y pleno.
Que en este tiempo de adviento, tiempo de esperanza, seamos portadores de ella, aceptando la invitación a pensar en una o varias cualidades de personas sencillas del grupo o la comuni-dad en que nos movemos, o en historias de éxito de algún “pequeño o pequeta” que nos ayu-den a descubrir el Plan de Dios, y esforcémonos en concretarlo en nosotros mismos.

Miércoles 2 de diciembre
Mateo 15,29-37  Jesús sana a muchos y multiplica los panes.

En el texto del evangelio narra una segunda multiplicación de panes que alimenta a una multi-tud necesitada. No es simplemente compartir, ni tampoco un acto de magia, el milagro es un signo de que el esperado está presente, el banquete ha comenzado, los males cesan, todos dan gloria a Dios. Jesús, presente por su encarnación en la realidad de nuestro mundo, nos enseña la compasión, porque no es indiferente a lo que acontece. Los evangelios lo repiten: Jesús siente compasión de la gente y responde a sus necesidades, también a las más inme-diatas del dolor, la enfermedad y el hambre. Sus acciones, movidas por la compasión, y que cumplen las antiguas promesas, además de remediar esos males, tienen un sentido directa-mente salvífico. Hoy debemos ser capaces de acoger las pistas que el evangelista nos va dejando en este relato, pues nos indican la ruta a seguir en nuestra vida y especialmente en este tiempo de Adviento. Asumiendo el riesgo de simplificar demasiado, pero buscando facilitar buenos propósitos de adviento podríamos destacar las siguientes acciones de Jesús: curar, aliviar, alimentar. Mirando el texto de hoy vemos como Jesús tiene compasión. ¿Tengo compasión por los problemas de la humanidad? ¿Hago algo?
 
Jueces 3 de diciembre   San Francisco Javier  (MO)  Primer jueves –oramos por las vocaciones
Mateo 721.24-27  El que cumple la voluntad del Padre entrará en el reino de los cielos.

El evangelio de hoy cuenta la parte final del Sermón de la Montaña y nos recuerda que no basta decir “¡Señor, Señor!”, o unas bonitas palabras sobre Dios, para entrar en el Reino de los cielos, sino hacer la voluntad del Padre y comprometerse a ser una revelación de su presencia y amor en el mundo. Somos cristianos, practicamos la fe, celebramos el culto frecuentemente, rezamos, pero ¿eso basta para vivir el Reino de los Cielos? La imagen de la construcción que utiliza Jesús es muy clara: si todo eso no se apoya en la Palabra de Dios, si no crece a partir de la Palabra vivida, todo se desmorona porque es débil y sin sustento.
En este tiempo de adviento, Jesús  nos dice: No olviden que no son los que dicen: “Señor, Señor”, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre … ¿Y cuál es esa voluntad? Que ame, que ofrezca lo mejor de mí a quienes me rodean. Eso es todo… y nada menos.

Viernes 4 de diciembre     Primer viernes
Mateo 9, 27-31: Dos ciegos siguieron a Jesús, gritando: “Ten piedad de nosotros, Hijo de David”.

Otra vez, el evangelio de hoy nos pone delante el encuentro de Jesús con la miseria humana. Nos presenta personas pobres por su dolencia por su dificultad para vivir, pero personas con tal cantidad de Fe que aún con sus problemas van tras el Señor. Ante este escenario Jesús no se echa atrás, no se esconde. Acoge a las personas y en su acogida entrañable revela el amor de Dios. Ahora bien, ponemos atención este encuentro y particularmente estas personas tienen mucho que decirnos. Pero, realmente ¿qué vemos en ellos que nos tiene que alentar en nuestra vida diaria?… su insistencia, su tenacidad; se ponen en camino, y además con la seguridad de que Jesús los puede curar. Y así es cómo la gran Fe que demuestran les cura, “¿Creen que yo puedo sanarlos?” Y ellos responden: “Sí, Señor!” ¿cuál sería hoy nuestra res-puesta? Nuestras cegueras más importantes son no ver la presencia de Dios, no verla en los hermanos de comunidad, en los vecinos, en los que nos rodean, creernos capaces de hacerlo todo y dominarlo todo, relegar a un segundo puesto a Dios.
En este Adviento necesitamos recobrar nuestra vista! Corramos detrás del Señor con nuestras mochilas cargadas y que nuestra insistencia manifieste nuestra Fe en Dios.

Sábado 5 de diciembre      Primer  sábado
Mateo 9,35-10,1. 5-8  Al ver a la multitud, Jesús tuvo compasión.

Una vez más nos encontramos a Jesús yendo de pueblo en pueblo, predicando, curando a los enfermos, preocupándose de todos; es una dinámica, una disposición que no se nos debe pasar por alto. El Señor quiere acercarse a nosotros, y no quedar indiferente al vernos heridos, lastimados y sufrientes. Según San Mateo una muchedumbre le seguía y Él se apiada de ellos al ver su cansancio, su falta de guía. Su respuesta ante tanta necesidad es de llamada y envío, en una dinámica de pura gratuidad, así nos va implicando como a los discípulos, en la misión. En el evangelio se nos muestra cómo El Señor habla con los discípulos y les da instrucciones precisas de lo que deben hacer. Así los envía para que atiendan al pueblo, pidiendo al Padre que mande obreros a su mies. Han pasado 20 siglos y si miramos nuestra realidad, seguramente comprobaremos que siguen siendo muchos los fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor, lo que no nos puede dejar indiferentes. La llamada, la invitación a trabajar por el Reino, está lanzada.
Al terminar esta primera semana de Adviento, queriendo acrecentar la esperanza, quizá nos convenga preguntar al Maestro ¿qué debemos hacer?

Domingo  6 de diciembre    (2º domingo de adviento)
Marcos 1,1-8: “"Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo".

San Marcos, comienza su Evangelio subrayando lo que es esencial: él va a hablar de Jesu-cristo, el Hijo de Dios, en quien Dios Padre nos visita amorosamente y que revela a todos el verdadero rostro de Dios.
Marcos quiere decirnos que la buena noticia anunciada por los profetas se hace clara a través de la voz que grita en el desierto. Juan, el profeta, introduce la misión de Aquel que bautizará con el amor de Dios, esto es, con el Espíritu Santo.
En este contexto, nos llama la atención la figura sobria del Bautista. Una figura fuerte, pobre y comprometida que continúa siendo una crítica viva a las tendencias superficiales y al consu-mismo que afectan nuestra sociedad. Juan no se anuncia a sí mismo ni procura su gloria. Se ocupa de Dios, de su llegada, de su acción y de las condiciones para que esta llegada tenga su fruto. No lo mueve el propio éxito, ni el deseo de salvaguardar su imagen. Simplemente se sabe vinculado y comprometido con un proyecto mayor: el Reino de Dios. Estamos invitados a dejarnos inspirar por el Bautista, para ser discípulos y testigos de Jesucristo en el mundo. De-jemos que estas lecturas nos interpelen y nos inspiren.