LECTIO DIVINA - 23° DOMINGO DEL T IEMPO ORDINARIO C ‘L’ 8 de setiembre

23° DOMINGO DEL T IEMPO ORDINARIO C ‘L’       8 de setiembre

El Señor viene a vivir entre nosotros y nos llama a seguirle sin condiciones. A primera vista parece contradictorio que, por una parte, Jesús presenta su mensaje e incluso se presenta a sí mismo como una invitación, como una oferta libre que podemos aceptar o rechazar; y, por otra, como una exigencia estricta. El evangelio de hoy derrama luz sobre esta paradoja: Sí, lo que Jesús nos ofrece es un don, y nadie se ve forzado a aceptarlo. Permanecemos libres; pero, si lo aceptamos, será exigente con nosotros. Tenemos que poner a Jesús y su Reino por encima incluso de nuestras relaciones y deseos más queridos. Por eso tenemos que pensárnoslo dos veces antes de aceptarlo. Pero hemos de saber que, con Jesús y en virtud de su fuerza, podremos responder a su llamado, por difícil que sea, y que seremos felices.

ORACIÓN INICIAL

Invocamos la presencia del Espíritu Santo, cantando….

TEXTO BÍBLICO Lc.14. 25-33

    “En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, sí echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar.”¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.”

LECTURA ¿Qué dice el texto?

En este texto Jesús nos plantea que todo el que quiera ser discípulo suyo debe hacer una doble renuncia: a la propia vida vivida para uno mismo y a sus bienes.
Jesús se encuentra camino de Jerusalén, le sigue una multitud y expone con toda claridad, cuáles son las condiciones que ha de reunir quien quiera ser discípulo suyo.

 “Si alguno viene junto a mí…” Esto es una invitación, no una obligación. Jesús nos invita a ir junto a Él. Y acto seguido pone sus condiciones que los estudiosos afirman que, desde la mentalidad oriental, se puede traducir acertadamente como: poner en segundo lugar o posponer.
A continuación Jesús relata dos parábolas, la del hombre que quería edificar una torre y la del rey que quería dar una batalla a otro rey. Con estas parábolas quiere ilustrar otra de las características que ha de asumir el que le quiera seguir: debe renunciar a todos sus bienes. De no hacerlo, la mi-sión del seguimiento de Jesús podría fracasar, como esa torre inacabada o esa guerra no vencida.
Solo por un amor muy grande a Dios uno puede poner en segundo lugar su propia vida, su propia familia y gente querida. Y renunciar a sus propios bienes. Ahora, pregúntate, ¿qué o quién es para ti lo más importante en esta vida?

MEDITACIÓN

Seguir a Jesús significa compartir su amor misericordioso, entrar en su gran obra de misericordia por cada hombre y por todos los hombres. La obra de Jesús es precisamente una obra de miseri-cordia, de perdón, de amor. ¡Es tan misericordioso Jesús!
Jesús no quiere realizar esta obra solo: quiere implicarnos también a nosotros en la misión que el Padre le ha confiado. Después de la resurrección dirá a sus discípulos: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo…
El discípulo de Jesús renuncia a todos los bienes porque ha encontrado en Él el Bien más grande, en el que cualquier bien recibe su pleno valor y significado: los vínculos familiares, las demás relaciones, el trabajo, los bienes culturales y económicos, y así sucesivamente. El cristiano se desprende de todo y reencuentra todo en la lógica del Evangelio, la lógica del amor y del servicio.
“¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey,…envía legados para pedir condiciones de paz”. Exis-te una guerra profunda que todos debemos combatir. Es la decisión fuerte y valiente de renunciar al mal y a sus seducciones y elegir el bien, dispuestos a pagar en persona: he aquí el seguimiento de Cristo, he aquí el cargar la propia cruz. Esta guerra profunda contra el mal.
¿De qué sirve declarar la guerra, tantas guerras, si tú no eres capaz de declarar esta guerra pro-funda contra el mal? No sirve para nada. Esta guerra contra el mal comporta decir no a la violen-cia en todas sus formas; decir no a la proliferación de las armas y a su comercio ilegal. Estos son los enemigos que hay que combatir, unidos y con coherencia, no siguiendo otros intereses si no son los de la paz y del bien común. (Papa Francisco)

ORACIÓN

Haznos, Señor, servidores de la paz,
que acojamos la paz como fruto de nuestro esfuerzo
y como don tuyo.
Bienaventuradas las personas que no adoran el poder.
Bienaventuradas las que tienen el amor como único poder.
Bienaventuradas las personas que no imponen
la razón por la fuerza.
Bienaventuradas las que actúan con una ternura firme.
Bienaventuradas las personas que no matan para vivir.
Bienaventuradas las que están dispuestas a morir para generar vida.
Haznos, Señor, servidores de la paz.

CONTEMPLACION

Jesús comienza a hablar a aquella muchedumbre de las exigencias concretas que encierra el acompañarlo de manera lúcida y responsable. No quiere que la gente lo siga de cualquier manera. Ser discípulo de Jesús es una decisión que ha de marcar la vida entera de la persona.
Aquellos seguidores tienen su propia familia: padres y madres, mujer e hijos, hermanos… Pero, si no dejan a un lado los intereses familiares para colaborar con Él en promover una familia más allá de la humana, construida desde la justicia y la solidaridad fraterna, no podrán ser sus discípulos.
Si alguien solo piensa en sí mismo y en sus cosas, si vive solo para disfrutar de su bienestar, si se preocupa únicamente de sus intereses, no puede ser discípulo de Jesús. Le falta libertad interior, coherencia y responsabilidad para tomarlo en serio.
Si uno vive evitando problemas y conflictos, si no sabe asumir riesgos y penalidades, si no está dispuesto a soportar sufrimientos por el reino de Dios y su justicia, no puede ser discípulo de Jesús.
Según la parábola, la “torre inacabada” no hace sino provocar las burlas de la gente hacia su constructor. No hemos de olvidar el lenguaje realista y humilde de Jesús que invita a sus discípulos a ser “fermento” en medio del pueblo o puñado de “sal” que pone sabor nuevo a la vida de las gen-tes.

ACCIÓN

•    “Quien no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”. ¿Hasta dónde estás siendo verdadero discípulo? ¿Qué cambios te propones hacer, qué actitudes debes tener para poner a Jesús en el centro de tu vida, qué cosas y apegos te impiden ser su discípulo…?
•    La búsqueda de la paz es un camino largo y requiere paciencia y perseverancia. ¿Qué vas hacer por la paz en el mundo, de tu familia, entre las personas que te rodean?
•    Qué te propones para ser “sal” y “fermento” en medio de tu trabajo, relaciones, familia…
•    En tu oración, repite al Señor desde el fondo de tu corazón: “Cuenta conmigo, te seguiré dondequiera que vayas”.
•    Emprende una acción que ayude a los demás a descubrir a Jesús en sus vidas. Des-préndete de tu tiempo, dinero, gustos… y recuerda que es más feliz el que da, que el que recibe.