LITURGIA SEMANAL 3ª semana de cuaresma

3ª semana de cuaresma

Lunes 21 de marzo

Lucas 4,24-30: “«Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra”. (….)Al oír estas pala-bras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.

Jesús es rechazado en su propio pueblo, por sus vecinos y paisanos. En pocos minutos la es-cucha se volvió enojo y en decisión de eliminarlo. Y Jesús se abrió paso ante los deseos violen-tos de los que querían despeñarlo y se alejó.
Todavía no ha llegado la hora de su pasión. Jesús sigue su camino, Pero la pasión ya está pre-sente en el horizonte del camino de Jesús. Es más, cuando llegue el momento, él mismo apu-rará sus pasos para cumplir en Jerusalén el designio del Padre.
 Si sus paisanos dejaron de escucharlo, nosotros, los que somos sus discípulos, queremos afi-nar aún más nuestro oído para acoger su palabra. Así queremos seguir caminando la cuares-ma: en la escucha, en la meditación y la obediencia a su Evangelio.
Toca nuestros ojos, Señor, para que te descubramos, para que nuestra vida cotidiana se inunde de tu luz y se llene de tu amor.

Martes 22 de marzo
Mateo 18,21-35: “Entonces se adelantó Pedro y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?». Jesús le respondió: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”.  

Perdonar es una exigencia muy seria para todo cristiano, ya que, si no estamos dispuestos a perdonar, tampoco podemos esperar el perdón de Dios. Así lo muestra el Evangelio de hoy y es un modo de indicar el lugar importante que tiene la compasión y el perdón entre las actitu-des que Dios espera de sus hijos.
La respuesta que le da Jesús a Pedro, indica que no se trata de una actitud ocasional o espo-rádica, sino permanente. Perdonar ‘setenta veces siete’ significa que hay que perdonar  siem-pre y en todas las ocasiones y todas las veces que se nos pida, porque Dios mismo perdona así,  y siempre da una nueva oportunidad. La presencia de este texto en la cuaresma indica la prioridad que tiene el perdón a los hermanos, por encima de otros sacrificios que podamos ofrecer a Dios. Y como  no nos resulta fácil vivir este Evangelio debemos clamar a Dios pi-diendo su gracia, porque el perdón sincero y profundo sólo es posible con la ayuda de la gracia de Dios.
Señor, tú que eres compasivo y misericordioso, siempre dispuesto a perdonar, danos la gracia de comprender  las miserias ajenas y perdonar con tu amor.

Miércoles 23 de marzo
Mateo 5,17-19: “….El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos”.

Jesús, la Palabra de Dios que vino al mundo, es el cumplimiento de todo lo que Dios había anunciado mediante la ley y los profetas. La palabra “cumplir” significa completar, aportar lo que falta, perfeccionar lo imperfecto. Jesús reconoció que la ley de Moisés y los profetas eran buenos, pero imperfectos. Por eso dijo “no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud” y aña-dió que “el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos.
Sabemos que la plenitud de la ley está en el amor, que da sentido a todo, a los preceptos gran-des y a los mínimos, a los importantes y a  los secundarios. Por su muerte y su resurrección, el Señor nos da la posibilidad de vivir según la ley y los profetas. Incluso dijo que ni un punto ni una letra se le quitaría a la ley. Lo que Jesús quería explicar era que la forma de vida descrita en la ley y los profetas era buena y que, unidos a él, nosotros podemos cumplirla.
Señor, te damos gracias porque, por la fe y el Bautismo en tu muerte y resurrección, hemos recibido el poder que nos habilita para vivir a la luz de tus enseñanzas y ser obedientes al Pa-dre.”

Jueves 24 de marzo
Lucas 11,14-23: “Jesús estaba expulsando a un demonio que era mudo. Apenas salió el demonio, el mudo empezó a hablar. La muchedumbre quedó admirada, pero algunos de ellos decían: 'Este expul-sa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios'.

A causa de la expulsión de un demonio, se generó entre sus acusadores, una discusión con respecto al poder de Jesús. Él les respondió claramente con algunas comparaciones y les rela-tó una pequeña parábola: “la del hombre fuerte y el hombre más fuerte”. Muchas veces en la vida percibimos que el poder del  mal en todas sus formas es fuerte. Nos afectan, nos duelen  y nos indignan muchas situaciones que vemos y oímos en nuestra experiencia cotidiana.
El mal es realmente fuerte. Pero Jesús es el hombre más fuerte, y es capaz de poner en su sitio al enemigo del ser humano, porque el poder de Dios siempre es más fuerte.
En este tiempo de cuaresma, es bueno alimentarnos de esta palabra y de esta convicción: Dios es más fuerte que todos los males de este mundo.
Como en el Evangelio de hoy, Él desata nuestra lengua para que podamos contar a todos las maravillas del amor de Dios
Señor, no dejes de cautivarnos con tu Palabra, con la fuerza de tu amor, con la her-mosura de tu gracia; no permitas que el mal domine nuestra en  vida

Viernes 25 de marzo      Anunciación del Señor (S)
Lucas 1,26-38 “He aquí la esclava del Señor… Hágase en mí, según tu Palabra”

Como todas las vocaciones, como todas las llamadas de Dios, la vocación de María se desple-gó a lo largo de toda su vida. María recibió la llamada de Dios, fue Madre de Jesús y su vida cambió totalmente. Conservó la Palabra en su corazón y la hizo vida para todos nosotros.
“He aquí la esclava del Señor – Hágase en mí según tu palabra”… nos recuerda la absoluta acogida de María, a la increíble oferta de Dios. La promesa se hace realidad para ella y para todos no-sotros. Y ella, aunque en aquel momento no fue consciente de todas sus consecuencias, la acogió sin dudar.
“Y el Verbo se hizo carne – Y habitó entre nosotros” es la consecuencia de esa acogida. Una nue-va etapa de la historia, en la que Dios se hace uno de nosotros, comparte con nosotros penas y alegrías… todo para hacernos ver el inmenso amor de Dios que “tanto amó al mundo que entre-gó a su Hijo para salvarnos”
“Que la Virgen María, en cuyo seno brotó el Salvador y que «conservaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» nos obtenga el don de la paciencia y permanezca a nuestro lado con su presencia maternal, para que este tiempo de conversión dé frutos de salvación eter-na”.    (Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2022)

Sábado 26  de marzo
Lucas 18,9-14: “Señor, ten piedad de mí que soy pecador”.

En la parábola del Evangelio de hoy, Cristo compara la actitud del fariseo  con la del publicano, el cobrador de impuestos, que para la mayoría era un gran pecador. Había cometido muchos pecados, pero los reconocía y sabía que era indigno del perdón de Dios, por eso se quedaba atrás, con el corazón contrito y humillado. Esto es lo que espera Dios: un arrepentimiento sin-cero y humilde. Por su parte, el fariseo hacía alarde de llevar una vida recta y esperaba salir justificado por sus propios méritos, sin prestarle atención a lo único que realmente necesitaba para su salvación: la misericordia de Dios. Jesús utilizó esta parábola para enseñar la impor-tancia de la humildad. Lo hizo sin ridiculizar ni condenar al fariseo. El problema era que éste no reconocía sus faltas personales, y por estar convencido de su propia rectitud, tenía el corazón lleno de soberbia y despreciaba a los menos religiosos.
En los perfiles de las redes sociales, en nuestra profesión o simplemente cuando oramos. ¿Qué le decimos al Señor? ¿Todo lo que hemos hecho o todo lo que nos queda por hacer? Tal vez deberíamos vaciarnos de nuestro lado ‘palabrero’ y profundizar en la humildad, que se apoya en  la verdad.
 “Señor líbranos de la autosuficiencia y ayúdanos a buscar la santidad en nuestro propio co-razón antes que en las observancias externas.”

Domingo 27 de marzo   (4º de Cuaresma)

Lucas 15,1-3.11-32: ““Padre, dame la parte de la herencia que me toca.” Y él les repartió los bienes”
 
La parábola del Evangelio de hoy, relata la conversión del hijo pródigo. Se había ido por otros caminos. Y extraviado, había derrochado lo mejor que tenía: el amor de su familia, el cariño de su padre, la seguridad que da el sentirse querido. Creyó que podía vivir por su cuenta. Estaba seguro que con sus propias fuerzas podía conseguir todo lo que se propusiera. Y se encontró con el fracaso. Hundido en su pena, se dio cuenta de lo que tenía que hacer: volver a la  casa de su padre, lo que suponía reconocer su equivocación. Preparó unas frases para decir: padre pequé contra el cielo y contra ti…, pero su padre no lo dejó terminar A partir de ese momento el protagonista de la parábola es el padre que trata al hijo como si no hubiera pasado nada y pide que se celebre una gran fiesta en la casa. Es la alegría dl perdón, del reencuentro.
Para nosotros, cuaresma sigue siendo una oportunidad para convertimos. No hay que preparar muchas frases. Dios se va a poner contento de que volvamos a casa, y va a preparar una fies-ta.  Dios nos ama sin reservas y nunca dejará de hacerlo. Lo que a nosotros nos toca hacer es reconocer ese amor y alabar a Dios y compartir ese amor con los demás.
“Padre eterno, ¡qué maravilloso es tu amor! Te damos gracias porque nos das todo lo que ne-cesitamos, y te damos gracias también por llamarnos a tu lado para estrecharnos entre tus brazos de Padre.”