LITURGIA SEMANAL - 4ª semana durante el año

4ª semana durante el año


Lunes 31 de enero  San Juan Bosco   (MO)
Marcos 5,1-20: “¿Qué quieres tú conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo?”


En el Evangelio de hoy seguimos los pasos de Jesús, que nos llevan a la región de Gerasa, “al otro lado” del lago. Allí, un endemoniado le sale al encuentro. Marcos lo describe crudamente: vive en los sepulcros, sin contacto con el resto de la sociedad, excluido de toda vida social; le han atado muchas veces con grillos y cadenas, pero siempre las rompe …
Jesús reconoce que este hombre es atormentado por espíritus malignos y le pregunta cuál es el origen de su mal: ¿Quién eres? Responde “Legión”.  A la orden de Cristo, los espíritus salen del hombre y entran en una piara de cerdos, que espontáneamente se arroja al precipicio y se ahoga en el mar.
Pero los pobladores del lugar se atemorizan y le piden a Jesús que se aleje de ellos; ven al que fue liberado y salvado, pero la acción de Dios los atemoriza, los incomoda y no se deciden a pedir su propia liberación.  Solo el hombre que es liberado y recupera su dignidad comprende el ofrecimiento gratuito de Cristo y se siente tan agradecido que desea seguir al Señor a partir de entonces. Pero Jesús le propone más bien que se quede con los suyos y allí dé testimonio de primera mano de lo misericordioso que el Señor ha sido con él y de la buena nueva del Reino, que está disponible para todo el que quiera creer en Cristo.


   FEBRERO                            INTENCIÓN DEL SANTO  PADRE
Recemos por las mujeres religiosas y consagradas, agradeciéndoles su misión y valentía,
para que sigan encontrando nuevas respuestas frente a los desafíos de nuestro tiempo.



Martes 1º de febrero
Marcos 5,21-43: “ Hija, tu fe te ha curado”.


En el Evangelio de hoy nos encontramos con dos personas, dos mujeres, para quienes el Se-ñor realiza milagros de curación. El primero fue para una mujer considerada impura por causa de una hemorragia que le duraba desde hacía doce años. El otro, para una niña de doce años, que acababa de morir.
Según la mentalidad de la época, cualquiera que tocara sangre o un cadáver era considerado impuro. Tal vez por eso, la enferma de hemorragia procuró ocultarse de Jesús luego de haber-le tocado el borde de su manto. No quería exponerse a un posible rechazo del Señor o de los demás. Por lo que fuera, tras tocar a Jesús procuró ocultarse entre la multitud. Pero su intento fue inútil, porque Jesús percibió claramente que el toque de ella era diferente y supo que por la fe de ella el poder curativo había emanado de él.
A veces nosotros también queremos ocultarnos de Jesús. Es absurdo intentarlo, pues el Señor ve todo lo que hacemos y lo que necesitamos con la misma claridad con que ve todo lo que nos sucede a nosotros y a todos los demás.
Pero Jesús ve también nuestras virtudes escondidas. Ve cada paso de fe, cada acto de servi-cio humilde, cada oración silenciosa que hacemos, y cada una de estas acciones son valiosas para él. Y así como él elogia la fe de la mujer delante de la multitud, también nos elogia a noso-tros cuando actuamos con fe. Y no solo eso, sino que nos prodiga más gracia aún, como res-puesta.

Miércoles 2 de febrero     Presentación del Señor  (F)
Lucas 2,22-32: “Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, ….”


Como leemos en el Evangelio de hoy, poco después de la circuncisión del Niño, María y José emprendieron el largo camino hacia Jerusalén para presentarlo en el templo.
La presentación en el templo indica que los familiares de Jesús eran judíos devotos, que vene-raban el templo como morada de Dios.
Sin embargo, pese a la magnificencia del templo, los que recibieron y aceptaron allí a Jesús no fueron los poderosos; por el contrario, Dios llamó a los indefensos y a los postergados del mundo. De esos eran José el carpintero y su joven esposa María; también lo fueron Simeón y Ana, ancianos que habían servido al Señor fielmente durante toda su vida.
Estas humildes personas fueron las que recibieron y aceptaron a Jesús en el templo. Los jefes religiosos no reconocieron a Jesús, pero los humildes de corazón sí lo reconocieron. ¡Qué di-chosos fueron Ana y Simeón! ¡Y qué dichosos son todos los de corazón humilde, porque verán a Dios!.
“Señor, concédenos humildad de corazón para ser fieles a ti todos los días de nuestra vida. Ayúdanos a ser humildes de corazón para que también lleguemos a ver a Dios cuando él esté presente entre nosotros.”

Jueves 3 de febrero       (primer jueves)
Marcos 6,7-13: “Los envió de dos en dos.


Hoy Jesús envía a los apóstoles a comenzar la misión para la cual los había escogido. Luego, ellos continuaron la misión haciendo obras similares a las de él: predicar el perdón de los peca-dos, expulsar demonios, ungir y curar a los enfermos.
Los apóstoles habían convivido con Jesús durante todo el principio de su ministerio, observan-do sus milagros, recibiendo sus enseñanzas e incluso escuchando la explicación personal que les daba de las parábolas. Estos momentos íntimos de preparación tuvieron el propósito de capacitar a los doce como representantes de Jesús para llevar al mundo la buena nueva de la salvación.
Los apóstoles estaban en una posición privilegiada por su cercanía al Señor y sin embargo en todo el Evangelio de Marcos se ve claramente que no lograban entender el mensaje.
Conociendo la debilidad de los discípulos, el Señor les dio instrucciones específicas para cum-plir su apostolado. Les advirtió que no llevaran provisiones, sino que confiaran en Dios y en la hospitalidad de quienes aceptaran sus palabras. Les recalcó que en todo debían depender de Dios. No se trata de ser descuidados ni arriesgados, sino que es preciso ser prudentes en todo, porque el mundo actual es distinto del de hace 2.000 años y, si bien podemos confiar en que Dios proveerá para nuestro sustento y seguridad, también conviene prever lo que pueda suce-der por el camino. Lo que más conviene es hacer oración, ponernos en manos del Señor y pedirle su guía, su consejo y su protección.

Viernes 4 de febrero        (primer viernes)
Marcos 6,14-29: “No te está permitido tener por mujer a la esposa de tu hermano”.


En el Evangelio de hoy leemos acerca del martirio de San Juan Bautista, una señal que presa-giaba el destino que le esperaba a Cristo Jesús y también a sus discípulos. Tanto el Bautista como el Mesías fueron apresados y condenados a muerte por gobernantes mundanos, más preocupados de mantener su egocéntrica autoridad y el temeroso respeto de la gente.
Juan Bautista murió como Jesús, el justo por los injustos, pero ésta sería también la suerte de los discípulos, a quienes el Maestro enviaría con la misión de predicar el arrepentimiento y la conversión. En su relato del martirio del Bautista, Marcos procura poner fin a los rumores que circulaban, de que Jesús era Juan que había resucitado, rumores que habían llegado hasta el mismo Herodes. Pero no se trataba de una resurrección: Juan había muerto y sus discípulos y testigos conocían el lugar de la sepultura.
La trágica muerte del Bautista, provocada por el rencor humano, fue una muerte de la cual brotaron frutos de vida, como lo prometió el Señor: “El que pierda la vida por causa mía y por aceptar el Evangelio, la salvará”. Herodes y Pilato quisieron actuar conforme a la voluntad de los hombres y prefirieron desentenderse de Dios, o incluso ofenderlo, a fin de preservar su vida humana y mantener su prestigio y posición, pero se expusieron a perder la vida verdadera, que el mismo Cristo les ofrecía.

Sábado 5 de febrero  Santa Agueda  (MO)     (primer sábado)
Marcos 6,30-34  Se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor.


Jesús había enviado a sus discípulos a predicar y curar a los enfermos y hoy leemos en el Evangelio que cuando volvieron, los llevó a reposar a un lugar tranquilo. Sin duda reconocía que los discípulos necesitaban recuperarse de la misión realizada.
Jesús vio que la multitud lo esperaba y tuvo compasión de ellos porque eran como ovejas sin pastor. Cristo, el Buen Pastor, quiere hacernos descansar luego de realizar su trabajo porque, para continuar su obra, tenemos que reponernos y alimentarnos. El descanso de Dios es el descanso del cuerpo, la mente y el espíritu. Este reposo es lo que nos permite llevar a cabo el discipulado o el servicio al cual hemos sido llamados. Así, pues, contemplando lo que significa el descanso en el Señor, meditemos en las palabras del Salmo 23:
“El Señor es mi pastor; nada me falta. En verdes praderas me hace descansar… Tu bondad y tu amor me acompañan a lo largo de mis días, y en tu casa, oh Señor, por siempre viviré.”

Domingo 6 de febrero        (5º durante el año)
Lucas 5,1-11: “Confiado en tu palabra, echaré las redes.” (Lucas 5, 5).


En un nivel puramente humano, el consejo de pesca que Jesús, que era carpintero, le dio a Pedro, que era un pescador experimentado, le debe haber parecido a éste algo ingenuo. Las condiciones distaban mucho de ser ideales y sus compañeros ya estaban cansados; pero Si-món Pedro, escuchó, obedeció y el resto ya es sabido.
La pesca increíble que logró Simón no se debió a que tenía buena carnada, ni fue la temperatu-ra del agua ni la destreza de los pescadores. La pesca milagrosa se dio simplemente porque obedecieron al Señor.
Quiera el Señor que todos confiemos en él lo suficiente como para “echar las redes” donde él nos diga.